Gracias, Mente – Practicando nuestra presencia escénica

Te invito a participar del siguiente ejercicio. Lee la siguiente oración: no puedo abrir mi boca. Ahora, si te ayuda a concentrarte, quisiera que cierres los ojos y que lo único que aparezca en tu mente sea “no puedo abrir mi boca”. Cree firmemente en “no puedo abrir mi boca”, enfoca toda tu energía y atención en realmente creer que no puedes abrir tu boca, repásala lentamente en tu mente, saboreando cada palabra y realmente internalizando que no puedes abrir tu boca. Una vez que lo hayas creído, quisiera que abras tu boca. ¿Listo? ¡Comienza!
 
Ahora, mientras tienes la boca abierta, quisiera que vuelvas a enfocar toda tu energía y atención en creer que no puedes parpadear tres veces seguidas. Cuando tengas este pensamiento muy claro en tu mente y hayas creído con todas tus fuerzas que no puedes parpadear tres veces seguidas, parpadea tres veces seguidas
 
Quizá este ejercicio te pareció un tanto extraño. De seguro te confundiré más si te digo que este ejercicio está muy vinculado a desarrollar la presencia en el escenario que deseas. Pasemos a aclarar estas dudas
 

 
Los que hablamos español, llamaremos al objeto en la imagen “manzana”. Si hablamos inglés, “apple”. Si hablamos finés “omena”. Son tres palabras que lucen muy diferentes unas de otras, pero todas refieren al mismo objeto en la imagen. Ahora, también podríamos inventar la palabra “kekerioto” para referirnos al objeto en la imagen. Inténtalo y dilo conmigo “kekerioto”Lo fascinante del lenguaje, es que podríamos prescindir de la imagen y, aun así, al leer “kekerioto” por ejemplo, podemos observar el objeto en la imagen, recordar su olor y sabor. ¡Todo solo a partir de una palabra en la pantalla! Una palabra tiene la capacidad de hacernos representar aquello a lo que refiere. ¡Incluso afecta nuestra fisiología y motiva nuestra conducta (podría ir a la cocina y buscar un kekerioto)! Es decir, el lenguaje tiene tal poder sobre nosotros que podemos responder a un pensamiento verbal con la misma intensidad como si estuviésemos en presencia del objeto al cual el pensamiento verbal refiere.
 
Lo fascinante acerca de nuestra relación con el lenguaje, es que olvidamos que el lenguaje es simbólico y no el objeto en sí. Nos es muy intuitivo engancharnos con un pensamiento verbal, tomarlo como verdad literal y actuar en base a este. Por ejemplo, si pienso en la palabra “kekerioto”, tendré una imagen de lo que llamamos “manzana” muy clara en mi mente, y la palabra puede motivarme a buscar fruta en la cocina. Ahora traslademos este ejemplo a un contexto musical.
 
Supongamos que un músico expresa el pensamiento “soy muy poco talentoso”. Si olvida que el lenguaje es simbólico y esta formulación verbal es tomada como verdad literal, entonces pasarán tres cosas. Primero, de verdad creerá que tiene poco talento, ocupando muchos de sus recursos atencionales. Segundo, perderá motivación para practicar, si comete errores los tomará como confirmación de que no tiene talento, y quizá hasta considere abandonar sus estudios. Tercero, el pensamiento de “soy muy poco talentoso” se asociará con emociones displacenteras, tales como frustración, tristeza y miedo. Así, cada vez que el pensamiento “soy muy poco talentoso” surja, el músico se desconectará de su entorno y se enfocará solo en ese pensamiento, afectará su desempeño musical de diferentes maneras, y experimentará una gama de emociones displacenteras. Imagina qué puede ocurrir si le agregamos otros pensamientos como: “no puedo cometer errores”, “no debería sentirme así”, “qué pensaría mi profesor si me escuchara”. ¿Cómo podemos ayudar a este músico? 
 
La defusión es aprender a reaccionar a nuestros pensamientos de otras maneras. Por medio de la defusión, creamos un espacio mental para reconocer un pensamiento como tal (kekerioto) y no como una verdad literal (la fruta a la cual kekerioto se refiere). Este espacio nos permite decidir cómo queremos reaccionar al pensamiento, dándonos control sobre cómo queremos comportarnos. Aquí volvemos al ejercicio inicial de este texto. Te pedí que creas con todas tus fuerzas en la verdad literal de “no puedo abrir mi boca”. Quizá te pareció extraño, pero imagina que, en vez de ese pensamiento, hubiese sido “soy muy poco talentoso”. Imagina también que te hubieses repetido “soy muy poco talentoso” miles de veces a lo largo de los años y que hayas tomado eventos en tu entorno (por ejemplo, un olvido durante un recital) como confirmaciones de esa creencia. El punto de pedirte que pienses que no puedes abrir tu boca y que aún así lo puedas hacer es el siguiente: aunque nuestra mente nos diga algo con toda la fuerza de su voz, podemos reaccionar diferentes maneras, incluso desobedeciéndola directamente.

Al practicar ejercicios de defusión, lo que hacemos es aprender a canalizar nuestra atención y energía en conductas que nos son funcionales a los valores y objetivos que nos hemos trazado. En un contexto musical, es aprender a no caer prisioneros de pensamientos como “soy muy poco talentoso”. Es reconocerlo como un pensamiento y no como verdad, para luego tener la capacidad de recanalizar nuestra atención y energía en otros pensamientos que pueden ser útiles en nuestra interpretación (fraseo, ritmo, estructura de la pieza, expresividad, etc.). Es bueno aclarar que la defusión es aprender a escoger si queremos ser guiados por un pensamiento en particular o no, dependiendo de si ese pensamiento nos es funcional en el momento o no.

Entonces, ¿qué es la presencia artística? Juncos y de Paiva e Pona (2022) la definen como la combinación de tres elementos: conciencia plena, aceptación y defusión. Es decir, un intérprete con gran presencia artística es capaz de reaccionar a los eventos mentales y externos que ocurren en el momento, no lucha contra los eventos mentales que puedan distraerlos de la interpretación y no es presa de lo que le dice su mente, sino que tiene la opción de reaccionar de otra manera, escogiendo en qué se quiere concentrar en cada momento. Al practicar estos tres elementos, tú también puedes desarrollar tu presencia artística.
 

Si quieres saber más sobre mi trabajo y mis servicios de consultoría para músicos experimentando ansiedad, te invito a revisar mi sitio web: alvarochang.com.

 
Foto por Pixabay de Pexels.
 

Fuentes

Juncos, D. G. & de Paiva e Pona, E. (2022). ACT for musicians: A guide for using Acceptance and Commitment Training to enhance performance, overcome performance anxiety, and improve well-being. Universal Publishers. 

Praxis (2023). ACT Immersion: An introduction to ACT as a process-based therapy [online course]. Retrieved from https://act.courses/signup/

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