Ansiedad, te doy la bienvenida
¿Te son familiares alguna de las siguientes afirmaciones?
- No entiendo por qué me siento así antes de tocar.
- No debería sentirme así.
- Si tan solo pudiera controlar mi nivel de ansiedad, entonces podría tocar como sé que puedo.
- Me tiemblan las manos y las siento muy frías.
- Mejor dejo pasar esta audición. No creo que pueda.
Estos
son algunos ejemplos de ansiedad ante el desempeño musical (ADM). Como músicos,
podemos experimentar estos síntomas como muy debilitantes e interferir con nuestro
desarrollo artístico. No es de extrañar que queramos controlar estas
experiencias e intentamos de todo con tal de “solucionar” este problema. Como
veremos en este post, controlar no es la solución, sino el problema.
Imagina
que frente a tus ojos hay un dial y atrás de tu cabeza hay un interruptor (Hayes, Strosahl, & Wilson, 1999; Juncos & de Paiva e Pona, 2022). El
dial marca la intensidad de tu ADM. El interruptor marca “estoy dispuesta a
experimentar mi ADM” o “no estoy dispuesta a experimentar mi ADM”. Quizá tu
dial de ADM marca el máximo de 10; mientras que tu interruptor está en “no
estoy dispuesta a experimentar mi ADM”. Tus síntomas de ADM son tan intensos,
que simplemente no estás dispuesta a experimentarla y quisieras que el dial
baje a 0.
Quizá
has intentado de todo para disminuir el dial de ansiedad: respirar profundamente,
hacer ejercicio, incrementar las horas de práctica, tomar un beta-bloqueador,
tomar alcohol, seleccionar un programa de piezas por debajo de tu nivel
musical, etc. Sin embargo, no parece que estas estrategias funcionen a largo
plazo. Sí, quizá tomar alcohol antes de un recital puede relajarte y quizá
hasta te fue bien en el recital. Pero coincidiremos que mantener un consumo de
alcohol prolongado puede tener efectos negativos en tu salud. Quizá decidiste
no presentarte a la audición para la orquesta estudiantil, pensando que no
tienes el nivel adecuado. Sí, evitas el posible dolor de ser rechazada en esa
audición, pero evitar futuras audiciones podría limitar tu desarrollo
profesional. Y aunque practicar respiración o ejercitarte son hábitos
saludables, lo que los motiva no es distinto a los ejemplos anteriores: buscas
disminuir tu ADM.
No
dudo por un instante que has hecho tu mejor esfuerzo por tratar de disminuir tu
ADM. Si no ha funcionado, es porque en realidad ninguno de nosotros puede
hacerlo a voluntad. Es más, paradójicamente, mientras más esfuerzos hagamos
para intentar disminuir el dial de ADM, más preocupación por experimentar ADM
tendremos y menos voluntad de tocar tendremos. Es decir, será más difícil cambiar
el interruptor de “renuencia” a “voluntad”. Otra paradoja es que automáticamente
enfocamos toda nuestra energía en controlar lo que no podemos controlar: el
dial de ADM.
Olvidamos
que lo que verdaderamente está bajo nuestro control es el interruptor de voluntad.
Cuando escogemos cambiar el foco de atención del dial de ADM al interruptor de
voluntad, abrimos la puerta a cambios en nuestro desarrollo musical. Escoger
tocar, a pesar de los síntomas de ADM, es una habilidad que puede entrenarse y
desarrollarse. Al enfocarnos en conductas que son relevantes para nuestra
ejecución (ver este post para más información al respecto) y recordando los
valores que guían nuestra profesión musical, poco a poco los síntomas de ADM ocuparán
menos espacio en nuestra mente. Así, nos podremos concentrar en nuestra
ejecución y, con mayor probabilidad, obtener mejores resultados y con una sensación
de intensa vitalidad.
Lo
que te propongo es aprender a relacionarte con tus síntomas de ADM de otra
manera. Usemos esta metáfora para ilustrar a lo que me refiero. Imagina que quieres
organizar una gran fiesta por tu cumpleaños, así que decides invitar a todos
tus amigos y a los que quieran unirse. Has decorado tu casa, la parrilla está
lista para ser usada, las bebidas y los bocadillos están servidos. La estás
pasando super bien con tus amigos, hasta que suena el timbre y tras la puerta
está Juan Luis, tu vecino. No te agrada Juan Luis. Suele estar malhumorado, no
saluda y es muy ruidoso. Antes de que puedas decirle algo, entra a la fiesta.
Empieza a comer y tomar, incomoda a tus amigos y estropea alguno de los adornos
que colocaste con tanto esmero. Decides que es suficiente y lo invitas a
retirarse. Juan Luis se va, pero a los pocos minutos vuelve. Abres la puerta e
ingresa nuevamente a lo que vuelves a invitar lo a salir. Esta vez, te quedas
junto a la puerta para evitar que Juan Luis vuelva a entrar. Funciona, pero el
costo es no estar con tus amigos disfrutando de la parrillada. Eventualmente
decides que es más importante para ti pasar un buen rato con tus amigos, así
que dejas la puerta y regresas a la fiesta. Juan Luis vuelve a entrar, pero
esta vez decides no prestarle tanta atención. Sabes que está en la fiesta, pero
prefieres enfocarte en tus amigos. Sin embargo, empiezas a notar algo curioso. Juan
Luis está haciendo reír a un par de tus amigos y parecen disfrutar de su compañía.
Incluso te percatas de que tiene un sentido del humor parecido al tuyo. Al término
de la fiesta, tuviste un gran día, incluso dejando que Juan Luis esté presente.
Si hubieses persistido en que no entre, te habrías perdido la diversión de tu
fiesta. A pesar de su presencia, tuviste un buen rato e incluso aprendiste que Juan
Luis no es tan malo como lo pensabas (Hayes et al., 1999).
Controlar
nuestros síntomas de ADM es el problema, no la solución. Al enfocarnos en controlar
la ADM, nos perdemos la dicha de hacer música. Con la práctica, podemos crear
el espacio mental para aprender a disfrutar del arte que tanto amamos, incluso conviviendo
con un dial de 10. Te invito a preguntarte si estarías dispuesta a expandir tu
desarrollo musical, incluso si eso significa aprender a relacionarte con tus
síntomas de ADM de otra manera.
Si
quieres saber más sobre mi trabajo y mis servicios de consultoría para
músicos experimentando ansiedad, te invito a revisar mi sitio web: alvarochang.com.
Foto de radio por Ron Lach de Pexels.
Foto de globos por Natalie Bond de Pexels. Photo by Natalie Bond from Pexels: https://www.pexels.com/photo/colose-up-photo-of-assorted-colored-balloons-3371097/
Fuentes
Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (1999). Acceptance and commitment therapy: An experiential approach to behavior chang. New York, NY: Guilford Press.
Juncos, D. G. & de Paiva e Pona, E. (2022). ACT for musicians: A guide for using Acceptance and Commitment Training to enhance performance, overcome performance anxiety, and improve well-being. Universal Publishers.
Praxis
(2023). ACT Immersion: An introduction to ACT as a process-based
therapy [online course]. Retrieved from https://act.courses/signup/
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