Gustav Mahler: Sexta Sinfonía “Trágica” en La Menor - Una Reseña Biográfica (Parte 1)

“No man can't ‘help’ another, neither from the throne, nor as a minister, nor as a fine lady doing ‘good works’. The only thing to do is to work on one’s self, to improve one’s self. The highest egotism is in fact altruism” (De la Grange, 1995, p. 717).

La Sexta Sinfonía en La menor, también llamada “Trágica”, fue compuesta entre los veranos de 1903 y 1904 en un momento muy positivo en la vida de Mahler tanto a nivel profesional como familiar. En esta reseña abordaré los siguientes temas en dos partes a fin de comprender y apreciar mejor esta obra: los antecedes profesionales a la composición de la Sexta, el periodo de composición durante los veranos de 1903 y 1904, el estreno de la obra, alguna información sobre la estructura e instrumentación de la pieza, y algunas interpretaciones recomendadas.

Tercera y Segunda Sinfonía: Una nueva era para Mahler


En esta sección he querido indagar en más detalles sobre dos éxitos profesionales que precedieron a la composición de la Sexta con el propósito de que el lector pueda imaginarse mejor las satisfacciones profesionales que Mahler debió experimentar. El primero de ellos fue el estreno de la Tercera Sinfonía el lunes 9 de junio de 1902 en Krefeld, Alemania. La obra, dirigida por Mahler, fue acogida con gran éxito, siendo llamado al escenario al menos 12 veces con el público de pié y con pañuelos flameando en el aire. Algunos de los directores y compositores testigos de este evento fueron Willem Mengelberg, Eugen D’Albert y Richard Strauss.

La prensa escrita nos ha dejado testimonios muy favorables del evento. El Niederrheinische Volkszeitung, calificó a Mahler como un compositor de talento excepcional, con una gran inspiración y dominio sobre la orquesta. Para el Krefeld Zeitung, la Tercera marcaría un hito importante en la historia de la música moderna. Entre una de las consecuencias del estreno puede rescatarse el contrato que Mahler firmaría con la editora Peters, una de las más grandes del mundo germano parlante y que más adelante publicaría su Quinta sinfonía.

Un año más tarde, Mahler cosecharía otra victoria, esta vez dirigiendo su Segunda Sinfonía en la catedral gótica de Basilea, Suiza. El concierto tuvo lugar el domingo 15 de junio de 1903 durante el Festival de aquella ciudad. Este evento fue organizado por el Allgemeiner Deutscher Musikverein Committe presidido por su amigo y también compositor Richard Strauss.



La sinfonía fue aclamada por la prensa. Por ejemplo, el Basler Nachrichten sostuvo que era su divina simpleza lo que permitió que la audiencia recuperara su interés en el festival tras otros cinco conciertos menos memorables. El National Zeitung dio cuenta de la inspirada dirección de Mahler y el Schweizerische Musik-Zeitung percibió una gran seguridad en la instrumentación de Mahler, junto con una interpretación muy emotiva, calificando a la pieza como una “sobrecogedora obra maestra arquitectónica” (De la Grange, 1995, p. 613). 

Veranos de 1903 y 1904: Nacimiento de la “Trágica”


Bajo este contexto de reconocimiento y con la presión de mantenerse a la altura de las expectativas recientemente generadas por sus éxitos, Mahler se embarcaría en componer su Sexta Sinfonía, quizá la pieza más siniestra y desoladora de toda su creación y que De la Grange (1995) califica como una lucha contra el destino, en la cual el único resultado posible es la muerte. ¿Cómo podemos entender que Mahler haya concebido una pieza con estas características en un momento de su vida en el cual experimentaba muchas satisfacciones profesionales y personales? Esta aparente contradicción entre el estado anímico de Mahler y el carácter de sus composiciones no es novedosa; ya en el verano de 1901 había creado piezas de marcadas características fúnebres y apesadumbradas. Inclusive, el verano de 1904 fue descrito por Alma como uno de los más pacíficos y alegres en el cual Mahler nunca se había mostrado “tan humano y comunicativo” (De la Grange, 1995, p. 713).

Ciertamente, De la Grange (1995) parece estar en lo cierto cuando afirma que las condiciones personales por las cuales atravesaba Mahler no podrían explicar el carácter de su música. Después de todo, la alegría y tranquilidad que caracteriza a su Cuarta Sinfonía (1899-1900) entran en contradicción con el desasosiego y dificultad que implicó su composición.

Quizá el entusiasmo y el bienestar emocional que Mahler vivió durante el verano de 1903 a consecuencia de los recientes eventos positivos así como la tranquilidad e inspiración que Maiernigg le proporcionaba le dieron el valor y resistencia emocional para embarcarse en la creación de piezas marcadamente trágicas. En otras palabras, de no haber sido por la fortaleza emocional de ese verano no habría podido afrontar una obra con emociones e ideas tan desoladoras. Sea como fuere, para finales de aquel verano, Mahler terminaría gran parte de la sinfonía.


Durante las primeras semanas de Julio de 1904, Mahler visitó el Lago Misurina bajo la vista de las Tres Cimas del Lavaredo (Drei Zinnen) en búsqueda de inspiración y lo consiguió. En un furor creativo, Mahler logró terminar el Finale de la sinfonía. Además de la pieza ya mencionada, desde el 15 de julio hasta el final de agosto, Mahler produjo:
  • La corrección de la Quinta Sinfonía.
  • El Finale de la sexta.
  • Dos andantes “Nachtmusiken” de la séptima sinfonía que de acuerdo a Mahler fueron compuestos tras verse inspirado en la guardia nocturna de Rembrandt. La composición de las “Canciones de la Noche” era percibida por Mahler como una manera de relajarse y distraerse de la música trágica que creó simultáneamente.
  • Las dos últimas piezas del Kindertotenlieder.










Al respecto de este ciclo de canciones, Alma creía que Mahler estaba "tentando al diablo” al componer estas piezas ahora que ya era un padre dichoso de dos niñas. Desafortunadamente para Alma, este verano como los que le precedieron fueron periodos de sufrimiento. Recurrentemente se sentía dominada, oprimida y separada de sus aspiraciones personales por el rol materno que no asumía con mucho gusto. 

Ella nos menciona una anécdota ocurrida durante la composición del Finale. Mientras Gustav lo componía, se vio invadido por una sensación de peligro inminente que lo forzó a abandonar la Haüschen y correr a casa, a donde llegó falto de aliento, sudando profusamente, y murmurando palabras acompañadas de gestos ininteligibles. Aun perturbado por lo que parece ser un ataque de pánico, Mahler prefirió seguir trabajando en casa y Alma debió velar porque no se produjese ningún ruido: no podía tocar el piano, la cocinera debía mantenerse callada y las niñas debieron permanecer en sus cuartos. Mahler pensaba que su sinfonía “presentará enigmas que solo una generación que ya ha recibido y digerido mis primeras cinco podrá atreverse a resolver” (De la Grange, 1995, p. 714).

Como Mahler solía hacer tras terminaba una obra, llevó a Alma a la Häuschen donde Mahler tocaría la sinfonía en el piano. En esta oportunidad, Alma se sintió profundamente conmovida por una música intensamente personal, como ninguna otra que haya compuesto antes. Era una música que provenía directamente del corazón y que los llevó a ambos a derramar lágrimas de emoción. 









Fin de la Parte 1


Referencias


De La Grange, H. L. (1995). Gustav Mahler, Vienna: The years of challenge (1897-1904). USA: Oxford University Press.


De La Grange, H. L. (1999). Gustav Mahler, Vienna: Triumph and disillusion (1904-1907). Great Britain: Oxford University Press.

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